Dice el poeta que «la amistad no necesita frecuencia. El amor sí. Pero la amistad, y sobre todo la amistad de hermanos, no necesita frecuencias».
Lo mismo ocurre entre buscadores, profes y alumnos, maestros y discípulos, cuando los corazones se encuentran no necesitan la confirmación de un cuerpo físico para sentir su cercanía, porque basta cerrar los ojos para sentirnos cerquita…
Basta el recuerdo de una voz, de un perfume o de un aroma o una melodía para que las almas se abracen.
Y ahí estamos compartiendo en el aire, en la brisa de tu ventana, en el rincón de tu casa donde más cómodo te sientas.
Donde tu respiración fluya en cada latido.
Donde más libre te sientas de ser vos mismo.